viernes, 27 de mayo de 2011

DIFICULTAD

El silencio es un limpio y amplio espacio en el que poder escribir nuestras ideas. ¡Qué frase tan sugerente! Sugerente en el caso en que yo hoy tuviera alguna idea que pudiera desarrollar, esparcir en un papel recreándome en su exposición rodeándola con una buena historia.


Dado que mi estado de ánimo en esta época es más bien calamitoso, las historias serían de desamor y desencuentros, así que rebuscando en el pasado voy a emborronar este papel con la historia de una "dificultad". He mirado en un diccionario buscando un sinónimo de estreñimiento y únicamente viene ''dificultad'', claro que hay diferentes dificultades pero la mía concretamente es la dificultad de ir al baño. Por cierto este eufemismo de "ir al baño" enmascara defecar, deponer, evacuar y alguna más que eludo. Retomo la historia después de esta disquisición lingüística que podría alargar pero que considero suficiente.


Hallábame en una lejana isla de las Pequeñas Antillas, en Martinica, donde mi marido tenía una reunión de trabajo. Ante tan exótico viaje yo me haba pegado como una lapa y me fui con él. Varios compañeros con sus respectivas, por cierto, buenas amigas mías, formábamos un grupito dispuesto a empaparnos de los paisajes, la flora, la fauna, la gastronomía, la música del lugar.


Si necesitáis algo yo llevo una maletita con medicinas para todo, cremas, etc. - nos dijo Ana, farmacéutica y previsora.


Transcurridos tres días acudí al maletín, bien surtido ¡vive Dios! Laxantes, micro enemas, antibióticos y demás. Pasados dos días más y agotadas las existencias del botiquín yo seguía con la "dificultad'; la dificultad se me había instalado inamovible, pertinaz, tozuda, terca, empecinada y me martirizaba. Grandes caminatas intentando que se fuera de donde tan cómodamente parecía instalada. La personifico porque para mí era alguien que me estaba fastidiando concienzuda e intencionadamente. La noche del quinto día hacia las tres de la mañana me desperté y me senté en el excusado, curiosa palabra, hermana de excusa. ¿Alguien se puede preguntar si yo necesitaba una excusa para estar a aquellas horas sentada en el excusado?


Media hora más tarde se despertó mi paciente marido que ante mi situación de escalofríos, sudoración y palidez me hizo una propuesta. En la mesilla en los hoteles de estos lugares hay siempre una vela en previsión de apagones producidos por fuertes tormentas. Mi marido me recordó que cuando nuestros hijos eran bebés y tenían ''dificultades" les introducíamos una cerilla mojada en aceite de oliva y aquello era mano de santo. Aquella vela afilada con una navajita podía convertirse en un buen desatascador, mi "dificultad" podía desaparecer en un momento, me lo dijo cariñoso y persuasivo. Yo comprendía su preocupación e impotencia ante la situación pero inmediatamente una escena imaginada pero posible se me vino a la cabeza. ¿Y si con la vela dentro me daba un espasmo muscular y tenía que venir un médico y yo con un cirio pascual en la culo (Sinónimos: trasero, pompi, posaderas, a elegir)? ¿Explicación? Ninguna, muchas veces la verdad es tan singular y estrafalaria que resulta increíble. Claro que también podía encender la vela y cuando viniera el galeno contarle que era una costumbre ancestral para alejar los malos espíritus antes de la coyunda. Ante esta perspectiva, mi sufridor marido cogió un taxi y se fue a un hospital o farmacia, no lo sé, y me trajo varios remedios ortodoxos. La ''dificultad' después de un rato largo, larguísimo, se fue no sin esfuerzo por mi parte. La felicidad me invadió.


A la mañana siguiente mis amigos me aplaudieron; desde entonces no hay dificultad que yo no sortee con pericia.


P. S. No tuve noticias de si las infraestructuras del hotel se resintieron



María Cruz Quintana


26/05/2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario