sábado, 7 de mayo de 2011

Tiempo de verano

Había sucedido hace  algún tiempo, después solo quedó “soledad y hastío” en su vida.

Se trataba de una mañana espléndida, llena de luz en su inicio, Germán  había propuesto a Laura salir al mar, de eso hacía algunos años, solían hacer juntos submarinismo durante el verano.

La lancha que les llevaba a su punto de destino transportaba a otras tres parejas más y a Ángel el monitor;  tras las consabidas indicaciones,  se agruparon  tras él, que buceaba ligeramente adelantado de los demás.

Súbitamente a Laura que ocupaba la última posición del grupo detrás de Germán, no se le ocurrió otra cosa que tratar de ascender a la superficie hacía un punto de luz que se divisaba en la gruta en la parte superior de donde se encontraban, al parecer le estaba faltando oxigeno y necesita salir a la superficie a respirar.

Germán tardó unos instantes en percibir que Laura no le seguía, no podía haber transcurrido demasiado tiempo, rápidamente trató  de localizarla, se había presentado un movimiento continuo en el fondo del mar a consecuencia de la inesperada tramontana.

Por fin pudo apreciar que el hueco por el que se percibía un pequeño haz de luz, se encontraba taponado con el cuerpo de Laura, aún tardo unos segundos más en llegar hasta donde ella se encontraba, su traje de neopreno se encontraba desprendido a jirones como por un denodado esfuerzo de liberarse de las estrías de las rocas que la tenía atrapada.

Ya no era solamente el traje, sus caderas y sus piernas estaban ensangrentadas, trató de de ver por donde podía atraer su atención a fin de recibir de ella indicaciones de cómo poder ayudarla pero no era capaz de encontrar modo alguno. Le parecía que su cabeza se encontraba  desplomaba hacia adelante no dejando espacio alguno  por donde poder socorrerla.
  
Trató de liberar el cuerpo de Laura de las rocas colocando sus manos en medio, inmediatamente el efecto esperado comenzó a producirse, sus manos también sangraban. Sentía como si ella fuera quedándose sin vida, no sabia bien si a causa de la falta de respiración o por el denodado esfuerzo y la angustia que se tendría que estar librando en su interior. No alcanzaba a poder ofrecerla su mascarilla de oxigeno y al colocarlo en una de sus manos pudo comprobar que estaba inerte.

Tenia que avisar al resto del grupo para tratar de salir por otro sitio a la superficie y ver que se podía hacer desde arriba, la opción de extraerla hacia abajo, era misión imposible las rocas la habían atrapado dejándola  entrar, pero no dando opción alguna al retroceso a causa de las estrías dentadas que lo impedían.

La dejo allí y comenzó a dar brazadas desaforadamente con un terrible aleteo hasta que pudo divisar a lo lejos al grupo. Tardó todavía no sabía bien cuanto tiempo hasta darles alcance, cuando llegó les hizo entender que precisaba ayuda urgente para que todos le siguieran.

Cuando volvieron de nuevo a lugar donde la había dejado, Ángel tardó pocos instantes en comprobar que se encontraba sin vida.

De forma aparentemente cruel recuperaron su cuerpo como pudieron haciendo un estropicio enorme sobre el cuerpo yacente de la victima y juntos volvieron todos a la embarcación. Lo demás de la terrible historia ya os lo podéis imaginar por lo que os comentaba al comienzo de este relato.

A partir de aquel día ni su vida, ni el paso del tiempo, sufrieron modificación alguna, al menos perceptible para él.

CL110504tiempodeverano. 
Rafael Moreno Horcajada
  

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